20 de Octubre de 2016 | Rosario

Encuentro Nacional de Mujeres Rosario 2016: una crónica militante


Por Silvia Paredes

Año a año hay mujeres que vuelven a los encuentros, otras van por primera vez y algunas retoman después de algunas ausencias. Todas regresan distintas. Un fenómeno internacional inédito, que reunió este año alrededor de ochenta mil participantes del país, de todos los sectores sociales y distintas franjas etarias, de diversos orígenes; instituciones públicas y privadas, partidos políticos, instituciones comerciales, educativas, sindicatos, movimientos barriales, y por propia y singular determinación.


El Primer Encuentro de Mujeres se gestó, a poco de recuperada la democracia, entre el 23 y 25 de mayo de 1986 en Buenos Aires y sin paréntesis se convirtió en una cita ineludible, de fuerte impronta federal, masiva y transformadora.


Este acontecimiento, instalado en una actual situación política y social desfavorable, es un claro ejemplo de objetivos cumplidos mediante el reclamo organizado. Desde las primeras demandas por la patria potestad compartida, cuando todavía los varones tenían el poder de las decisiones legales por sobre las madres, pasando por la ley de divorcio, la de protección integral a las mujeres, hasta los pasos a seguir ante las violencias reinstauradas por el modelo neoliberal que hoy nos gobierna, todas, han sido temas de debate y puntas de futuras conversaciones.


Luego de treinta encuentros, de las setenta temáticas tratadas en más de cien talleres, algunas vuelven a tener marcada vigencia y plasman el riesgo que representan a los avances en los derechos de las mujeres que vivió la Argentina.
Entre ellas, las mujeres de la Corriente Nacional de la Militancia de Rosario, dedicaron arduas horas de discusión y trabajo colaborando en la comisión organizadora, y paralelamente, funcionaron como perfectas anfitrionas de las delegaciones de distintos puntos del país, que asistíamos además con la expectativa de compartir las distintas experiencias que se llevan a cabo en las provincias, enriquecernos en el debate y el aporte desinteresado. El objetivo se cumplió plenamente y se renueva en el deseo de crecer en los años por venir, finalmente fue una utopía concretada.


Todas las instancias de participación se ven enriquecidas por el relato de historias personales y políticas de mujeres en una época en la que cambiaron nuestras vidas. No hay mayorías que tapen la voz de las demás, todas pueden escucharse, y sigue prevaleciendo la idea conmovedora de las que gestaron los primeros pasos y el claro objetivo de avanzar sobre la participación femenina de manera transversal en todos los ámbitos.

Clara Fontana, una de las organizadoras del primer encuentro define sobre el trayecto recorrido: “Creo que es muchísimo lo que hay que conseguir. Pero lo que es más importante es que sea de fácil acceso lo que ya pudimos conseguir. Lo que conseguimos no tiene vuelta atrás y es de un valor incalculable.”