20 de Marzo de 2017 | Congreso de la la Nación

Reflexiones sobre la presencia del Ministro de Comercio británico en el Congreso


Al momento de escribir estas líneas se encuentra en el Senado el ministro de Comercio del Reino Unido Greg Hands. Fui invitado a participar en la reunión del funcionario británico con legisladores argentinos pero he decido no participar. Son muchos los motivos que fundamentan mi decisión, pero hay uno que sin lugar a dudas es fundamental: la canciller Malcorra ha eludido darnos explicaciones a los diputados nacionales sobre lo actuado con el Reino Unido a partir del acuerdo del martes 13 de setiembre de 2016. 

Pedimos que se la citara a la Comisión de Relaciones Exteriores en numerosas ocasiones y siempre eludió -con la esmerada colaboración de los diputados de Cambiemos- concurrir para dar respuestas a las inquietudes de la oposición. He solicitado su interpelación y hasta ahora el oficialismo ha bloqueado su tratamiento. He reiterado el pedido hace diez días y ahora dilantan la convocatoria a la reunión urgente que solicitamos en la comisión de Relaciones Exteriores. 

Ante este panorama concluyo que es más fácil que vaya a dar explicaciones a los legisladores argentinos un ministro británico que la propia ministra argentina responsable de definir y ejecutar la política hacia el Reino Unido. Parece ser que para el gobierno de Mauricio Macri resulta innecesaria esa instancia: su política hacia el Reino Unido es la política que decide el Reino Unido. Así quedó expresado en el acuerdo del 13 de setiembre que constituye un magnífico instrumento consagratorio de todas las pretensiones británicas respecto de la Argentina ¿Quién mejor para expresar esa política que un ministro británico?

Al mismo tiempo que el ministro británico "explica" los supuestos beneficios de la nueva "agenda positiva" a un reducido grupo de legisladores argentinos el Reino Unido gana tiempo militarizando, autorizando la pesca ilegal en aguas argentinas y explorando como quedarse con nuestros recursos hidrocarburíferos. Nada de eso parece perturbar este nuevo capítulo del neocolonialismo británico consentido por un gobierno argentino. 

Discretos aplausos y cálidos abrazos confirmarán la complicidad de la entrega: los negocios mandan, de soberanía argentina sobre Malvinas y de intereses estratégicos de la Argentina no se habla.