Vino
sin brindis
El sector vitivinícola nacional –y
especialmente el mendocino– tiene muy poco que festejar, ya que el Gobierno
nacional ha llevado adelante, desde principios del 2016, medidas económicas a
nivel nacional y provincial que han impactado de lleno en la industria
emblemática del Oeste argentino.
En primer lugar fue liberado el
tipo de cambio, lo cual provocó una devaluación de más del 50% en el 2016, que
a la vez generó una inflación en directa correlación que impide ganar cualquier
tipo de competitividad.
En segunda instancia comenzó un
raid –que está lejos de finalizar– de aumentos de las tarifas de diversos
servicios públicos tanto industriales como domésticos, medida que deriva en la
reducción del nivel de ingresos de empresas y consumidores. En el caso de la
industria vitivinícola, ni siquiera una de las menores cosechas de la historia
permitió que los productores recuperaran ingresos, debido al aumento de todos
sus insumos.
De esta manera, como conclusión
de una macroeconomía desordenada, el 2016 terminó con un descenso del 10% en el
consumo de vinos en casi todas sus categorías a nivel país y la caída de casi el
3% de las exportaciones de ese tipo: -2,6% en valor y -3,7% en volumen, según
las estadísticas brindadas por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV).
En el 2017 no mejoró ningún
aspecto, sino que continuaron los aumentos en servicios públicos, los cuales –acumulados–
suman por encima del 400%. Simultáneamente, el consumo de vinos bajó el 5,7%,
las exportaciones se precipitaron el 18% y las exportaciones de mosto sufrieron
un preocupante desplome del 44%. Además, la importación de vino del 2016 al
2017 creció casi ocho veces: pasó de 9,3 millones a 77 millones de litros, de
los cuales 99 de cada 100 litros fueron importados a granel.
Este último dato es de especial
importancia porque son los productores más pequeños las víctimas principales de
la importación, que establece así un “techo” al precio por litro e impide cualquier
mejora de los ingresos. Con este paradigma, cuando hay exceso de oferta se
ofrece un valor bajo por litro de vino y cuando la cosecha es menor se importa
con total impunidad.
En este contexto regresivo, ninguna
medida nacional en términos económicos ha mejorado la situación del sector
vitivinícola, con el agravante de que su recuperación es aún más difícil cuando
el resto de las economías regionales del país demuestran su descontento por el
rumbo tomado.
Tampoco la Provincia de Mendoza, a
través de sus autoridades, ha logrado dar respuestas satisfactorias. Incluso
tuvo que sobreactuar una defensa del sector cuando el Gobierno nacional intentó
avanzar con un impuesto interno a los vinos y espumantes, desconociendo así a
una industrial regional y cultural muy representativa de nuestros valores. Los primeros
fueron exceptuados de ese gravamen desde la década del ’90 y su estatus fue
reafirmado cuando en el 2013 fueron declarados oficialmente como Bebida
Nacional mediante la ley Nº26.870. Mientras, los espumantes fueron exceptuados a
través del decreto durante varios años (a pesar de que el actual gobierno logró
una suba latente en impuesto interno).
Un párrafo especial dentro de
este panorama debe estar dedicado al INV. En primera instancia, esta
institución desmanteló en diversas provincias –en todo el país– la estructura
de promoción existente, que beneficiaba el consumo responsable de vino y
ayudaba a aquellas bodegas con menor estructura de marketing.
Asimismo, ya se inició la tercera
cosecha consecutiva sin que el INV haya dado pronóstico, una herramienta que
durante décadas –aun con deficiencias– permitió establecer los precios de
referencia en el mercado y orientar a los productores para evitar que malvendieran
sus elaboraciones. Es así que ya no se puede esconder que toda la estructura
nacional y pública del INV solamente trabaja en beneficio de un muy pequeño
sector formador de precios, en vez de priorizar a toda la industria por igual.
Así las cosas, transitamos otro año
de Vendimia sin nada que festejar ni por qué brindar.
Para superar esta problemática, hemos
presentado distintas iniciativas legislativas en el Congreso nacional y la
Legislatura de Mendoza, como el proyecto sobre la edulcoración de bebidas sin
alcohol mediante jugos naturales, el de exención de todo impuesto para el vino
y los espumantes, y los relacionados con la defensa de los trabajadores del
sector, así como iniciativas a favor de los productores de vinos artesanales y
en contra de la importación de vinos provenientes de otros países.
Queremos una vitivinicultura que
integre a todos los sectores, contemplando especialmente la situación de los
pequeños y medianos productores, y la de los trabajadores vitivinícolas.
Mendoza,
viernes 2 de marzo de 2018
Guillermo Carmona (diputado nacional
por Mendoza)
Fernanda Lacoste (senadora provincial)
Patricia Galván (diputada provincial)
Andrea Blandini (senadora
provincial electa)
Carlos Sosa (diputado provincial
electo)
Myrna Osorio (concejala de General
Alvear)
Juan Garrido (concejal electo
de Rivadavia)