26 de Septiembre de 2019 | Mendoza

Dos modelos de país: democracia federal vs centralismo elitista


Dos modelos de país: democracia federal vs centralismo elitista

Alberto y los gobernadores resignificaron la disputa electoral nacional en el acto realizado el pasado martes en Luján de Cuyo. En Mendoza se elige entre el nuevo federalismo que encarna Anabel y el Frente de Todos, y la concepción y prácticas centralistas de Macri y Suárez.

En las últimas horas hemos visto como desde el gobierno provincial y el entorno del candidato del oficialismo se ha intentado minimizar la importantísima presencia que Alberto Fernández y un numeroso grupo de gobernadores y gobernadoras marcaron en nuestra provincia. Los mendocinos no podemos dejar pasar el tren de la historia como consecuencia de este mezquino juego electoralista. Por eso resulta relevante, en esta instancia trascendental que vivimos de cara a la elección del próximo domingo, dimensionar el significado del acto del martes pasado en Luján de Cuyo y las oportunidades que representa para los intereses de Mendoza.

Alberto Fernández viene proponiendo insistentemente y con compromisos concretos el replanteo del federalismo argentino, un tema que es caro a los legítimos sentimientos en favor de la autonomía de las provincias que sostenemos millones de compatriotas que habitamos la Argentina profunda. No es casual que lo haga en este momento. El de Macri ha sido el más centralista de los gobiernos desde el retorno a la democracia: presidente porteño, vicepresidenta porteña, gabinete casi en su totalidad integrado por porteños y bonaerenses, hombres, en su mayoría, y mujeres representativos de una élite proveniente de colegios exclusivos y de un entramado representativo de los intereses de corporaciones vinculadas principalmente a los negocios financieros, energéticos y de la agroexportación.

Pero no solo se trata del lugar de origen y de las trayectorias personales de quienes conforman el gobierno. La de Macri ha sido también la administración más centralista por las decisiones que ha adoptado y que sigue adoptando. Entre las primeras medidas de Macri estuvo el aumento por decreto del caudal de recursos para sus socios principales, el jefe de gobierno porteño Rodríguez Larreta y la gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal. Una masa impresionante de recursos fluyeron desde las 22 jurisdicciones restantes hacia el área del histórico puerto. Luego vino el pacto fiscal que profundizó y consolidó el esquema de desigualdad entre el centro y la periferia. El resultado está a la vista y lo remarcaba una nota de Ámbito Financiero: “Coparticipación: Buenos Aires y CABA recibieron el 73% del aumento de las transferencias automáticas” entre 2015 y 2018. Debe ser señalado que este reparto desigual producido entre el centro y la periferia ha sido también reproducido por los gobiernos de Larreta y Vidal al interior de sus distritos, especialmente derrochando recursos vitales para afrontar los efectos de la galopante crisis en obras de infraestructura, en muchos casos superflua, concentrada en lugares de visibilidad y con objetivos netamente electorales.

El centralismo macrista no deja de producir amenazas al federalismo. La última que se cierne sobre la Nación es la decisión de Macri de avanzar, por la vía de un decreto, en la transferencia del puerto de Buenos Aires al gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, una medida que viene de la mano de un monumental negociado inmobiliario que tiene como protagonistas al “hermano de la vida” del Presidente, Nicolás Caputo, y al Estado que este representa en la Argentina como su Cónsul honorario: Singapur.

El segundo factor que determina la decisión de Alberto Fernández de construir una democracia federal tiene directa relación con la fuerte alianza que viene consolidando con los gobernadores de la oposición. Esos gobernadores y gobernadoras han soportado y siguen soportando la extorsión del gobierno nacional a niveles impensables. Alberto se propone gobernar con los gobernadores y gobernadoras, y para eso resulta central su propuesta de creación de capitales alternativas y de gabinete itinerante. Que Guaymallén sea una de esas capitales y que comprovincianos se proyecten en el protagonismo nacional nos abre a los mendocinos y a las mendocinas una oportunidad inigualable de acrecentar nuestra participación en las decisiones nacionales.

El peronismo mendocino y el conjunto de partidos que integran el Frente de Todos en Mendoza viene siendo un actor protagónico en la definición de esa propuesta de refederalización de nuestra democracia, de nuestras instituciones y de nuestra economía. Un gobierno provincial con línea directa con Alberto Fernández y con unidad de concepción en torno al ideal de la democracia federal será un factor fundamental para el desarrollo de nuestra provincia y un inestimable aporte de Mendoza al desarrollo nacional. Por eso resulta vital para Mendoza que, en este particular momento de refundación de las bases federales de nuestro país, sea una gobernadora con una indiscutida sintonía con quien será el presidente de la Nación quien rija los destinos de nuestra provincia. Anabel Fernández Sagasti es, entre los candidatos que compiten por la gobernación, quien sin lugar a dudas puede cumplir cabalmente con las expectativas de salida de la crisis e inicio de un proceso de desarrollo que expresa el pueblo de Mendoza en este momento crucial de nuestra historia.

Quienes intentan bajarle el precio al acto protagonizado por Alberto, Anabel y los gobernadores y gobernadoras de la absoluta mayoría de las provincias argentinas –uno de los más trascendentales hechos políticos e institucionales de este año- no quieren o no les conviene comprender los signos de los tiempos que se vienen, tiempos de federalismo, tiempos de democracia federal. Quienes hoy minimizan e ironizan lo ocurrido son los mismos que han sido cómplices con su acción y con sus omisiones del centralismo y la concentración en pocas manos de la riqueza que producimos entre todos. Son los mismos, en definitiva, que no pueden presentarse en Mendoza con sus referentes nacionales y que se esconden en un supuesto provincianismo aislacionista para salvar la ropa en unas elecciones en las que no se juega el pobre presente de la isla de la fantasía en la que han convertido a Mendoza sino el futuro de la patria.

Rodolfo Suárez tiene una doble responsabilidad al respecto. Ha callado sistemáticamente frente a las acciones depredatorias del gobierno de Macri, lo cual lo constituye un silencioso cómplice de lo que padecemos como consecuencia de la ejecución de las políticas neoliberales que tanto daño han hecho al país y a Mendoza, y al mismo tiempo ha promovido, como presidente de la Unión Cívica Radical de nuestra provincia, que los legisladores de su partido acompañen en el Congreso Nacional a esas políticas dañinas para los intereses de Mendoza, en el mismo sentido en que lo que hizo el presidente del Comité Nacional de la UCR, Alfredo Cornejo. Y más aún, el intendente de la Capital provincial ha sido protagonista de una política centralizadora en favor de los aliados del gobernador que controlan por ahora el Área Metropolitana de Mendoza.
Por eso, lo que se disputa en la elección del próximo domingo no es la pretendida provincialización de Suárez y la nacionalización de la campaña del Frente de Todos. El pueblo de Mendoza tiene en sus manos dos opciones: la continuidad del centralismo de Macri y Suárez o la democracia federal que comprometen Alberto y Anabel.

Tenemos una oportunidad inigualable en nuestras manos que no debemos dejar escapar. No permitamos que los ilusionistas de un gobierno de escaparate nos hagan perder el tren de la historia que esta semana pasa por Mendoza.

Guillermo Carmona
Diputado de la Nación
Presidente Partido Justicialista de Mendoza