Sobre el anuncio de la
obra del Túnel Caracoles por el Presidente Fernández y la utilización de la
ridiculización como arma política.
Por Guillermo Carmona
El gobierno nacional puso de relieve la semana pasada una
obra estratégica para Mendoza, para el país y para la región como es el
Proyecto del Túnel Caracoles en el principal paso entre Argentina y Chile y, lo
que es más importante, confirmó la inversión de casi 6 mil millones de pesos,
que el proceso licitatorio y de adjudicación están terminados, y que ya se está
trabajando en la obra. El anuncio se realizó en el lanzamiento oficial del
programa Argentina Grande y contó con la presencia del presidente de la Nación,
el Jefe de Gabinete y del ministro de Obras Públicas. También participó de
manera virtual el gobernador de Mendoza y su ministro de Infraestructura.
El gobierno anterior había prometido en la campaña de 2019
que la licitación de esa obra estaría lista ese mismo año, cosa que no ocurrió.
El actual gobierno nacional tuvo que sortear un conjunto de dificultades
dejadas por la gestión anterior y crear las condiciones para dar comienzo a la
concreción de una obra monumental como es la ampliación del viejo túnel
ferroviario que corre en paralelo al Túnel Cristo Redentor. Sin lugar a dudas
se trata de una excelente noticia, de esas que se suele festejar. Se suponía
que semejante inversión no admitirían otra cosa que las congratulaciones por la
concreción de un viejo proyecto que fue formulado por primera vez en la década
del 90 y que nunca se pudo concretar. Sin embargo no fue así. El ex gobernador
Cornejo comenzó un ataque que derivó en una catarata de descalificaciones
contra el presidente en distintos medios de comunicación. Algunos de los
titulares fueron “Alberto Fernández no sabe que hay un túnel para cruzar a
Chile”, “La sorprendente ignorancia del presidente y las obras que faltan en el
Cristo Redentor”, “Otro chasco de Fernández”, “En 1910 de inauguró el túnel
cordillerano que el presidente cree que está haciendo su gobierno”, “Un nuevo
error del Presidente sobre Mendoza dejó en evidencia su ‘falta de
información’”, “Fuera de la realidad, Alberto Fernández celebró la futura
construcción de un puente (sic) que ya existe desde 1980”, “La ampliación del
Túnel Caracoles que anunció Fernández pertenece a la gestión Macri” y “La
burrada que dijo Alberto Fernández durante su último discurso”.
El juicio mediático dio por cerrada la cuestión: el
presidente se apropió de una obra de otro gobierno, anunció algo que ya se
había anunciado y, encima, actuó con absoluto desconocimiento de la obra que se
anunciaba. De la inversión y de la obra no se informó nada. Ante el asombro por
la situación decidí volver a escuchar lo que dijo el presidente, lo hice varias
veces y releí la información oficial sobre el proyecto. Llegué a la conclusión
de que el presidente tiene razón en casi todo, si no en todo, lo que
afirmó.
Tiene razón el presidente porque la obra anunciada con
bombos y platillos por el gobierno de Macri -con amplia cobertura mediática de
las declaraciones del ex ministro Dietrich incluida- no tuvo comienzo de
ejecución y ni siquiera logró su licitación. Hoy está en ejecución. Estaría muy
bien destacar, en todo caso, la continuidad de la decisión de un gobierno por
el que lo sucedió. Sería justo también hacer, en la adecuada proporción, el
reconocimiento a los méritos: lo que el macrismo dibujó como proyecto, el
actual gobierno lo está plasmando en una obra constatable con gente trabajando,
máquinas funcionando y trabajos realizándose.
Tiene razón el presidente porque una obra de tal envergadura
debía ser lanzada oficialmente por el gobierno que la está concretando, en
conjunto con el gobierno de la provincia en la que se realiza. ¿Es que no
merecemos saber los mendocinos y mendocinas, y los compatriotas de todo el
país, que se está llevando adelante una obra estratégica que mejorará la
integración entre dos países y ofrecerá condiciones más seguras para el
tránsito y el transporte?
Tiene razón el presidente porque hay que hacer la ampliación
del viejo túnel ferroviario por donde transitó el Tren Trasandino entre 1910 y
1979 para posibilitar su uso vehicular, lo que implica que, para que por allí
pase una ruta de doble calzada y una vía ferroviaria, su traza deba ser llevada
4,9 metros a 10.6 metros de ancho y 5,46 a 8,3 de alto, a lo largo de los 1700
metros que el túnel tiene del lado argentino y de los 1.500 metros
correspondientes al lado chileno (Chile viene rezagado respecto de Argentina en
la concreción de las gestiones necesarias para hacer la parte de obra que le
toca). El objetivo es pasar a contar con un corredor para los vehículos que van
hacia y otro para los que vienen desde el pais trasandino, con doble carril
cada uno. Además, se prevé que ambos túneles estén interconectados, con varias
galerías que sirvan de vías de escape ante emergencias, como puede ser el caso
de un siniestro vial.
Tiene razón el presidente porque no dijo ni dio a entender
que no exista un viejo túnel ferroviario ni mucho menos expresó algo que
pudiera implicar el desconocimiento de la existencia del Túnel Cristo Redentor
(oficialmente Paso Internacional Libertadores) Suponer que Alberto Fernández
pueda ignorar tal circunstancia implicaría no tener presente que fue durante
más de 5 años el Jefe de Gabinete de Ministros por el que pasaron enorme
cantidad de decisiones relativas a ese paso binacional. A título de ejemplo,
tengo el recuerdo de cuando con un grupo de mendocinos, siendo yo diputado
provincial, dialogamos con él sobre la viabilidad del Proyecto del Tren
Trasandino y Túnel de Baja Altura como complementario del Túnel vehicular
existente. Resulta oportuno recordar que fueron Macri y Cornejo quienes
decidieron archivar aquel proyecto del Bioceánico Aconcagua, proyecto que algún
día se tendrá que concretar si queremos evitar los bloqueos invernales en el
tránsito binacional en el principal paso que vincula a Argentina y Chile,
bloqueos como el que hemos padecido en las últimas dos semanas.
Tiene razón el presidente incluso en
lo que podría resultar más cuestionable en sus palabras y en lo que hasta puede
haberse equivocado, porque como vía alternativa al actual Túnel solo existe
para el tránsito vehicular el “serpenteante” y hoy fuera de servicio viejo
camino del Monumento del Cristo Redentor, que incluso del lado chileno solo
admite actualmente el tránsito en vehículos todo terreno. Hoy no existe una
segunda vía alternativa en casos de siniestros ni existiría una segunda vía que
no sea ese camino histórico que estuvo habilitado hasta que se inauguró en 1980
el Túnel que hoy une ambos lados de la cordillera.
Cuando la política es asumida
cómo guerra contra el adversario, como parece haber decidido hacer la
oposición, todo recurso se justifica como válido. Se pasa del planteo de
diferencias políticas a la descalificación y, desde allí a la ridiculización
del adversario. Es así como la ridiculización se transforma en un arma en una
confrontación a todo o nada que pretende la destrucción del adversario. La
caricaturización opera como generadora del prejuicio político negativo.
Días antes del anuncio había compartido una interesante
charla con Eduardo Rodríguez Guarachi, destacado diplomático chileno ya
retirado, que fue embajador de su país en la Argentina, hoy presidente del
grupo de personalidades chilenas que desde su reconocimiento a la soberanía
argentina sobre Malvinas promueven el diálogo en favor de una solución
negociada con el Reino Unido. En medio de nuestra charla me sorprendió con el
elogio a los avances que nuestro gobierno exhibe en el proyecto del Túnel
Caracoles. También me expresó su expectativa de que, siguiendo el ejemplo de
Argentina, Chile pueda avanzar con la obra próximamente. Cuando leí las
descalificaciones que se proferían contra el presidente Fernández recordé los
elogios del diplomático chileno. Resulta evidente que quienes no están inmersos
en el microclima de guerra política que vivimos en la Argentina pueden
dimensionar mejor los avances y los logros que estamos consiguiendo.
Al escribir esta nota rememoro a aquel gran presidente que
decía: “Mejor que decir es hacer, mejor que prometer es realizar”. En medio de
una crisis global sin precedentes y en un difícil contexto económico nacional
seguimos haciendo y realizando. A pesar de la ridiculización, a pesar de la
acción erosiva de la oposición.