28 de Febrero de 2014 | Argentina
México, el nuevo referente de Estados Unidos
En un lúcido y clarificador artÃÂculo publicado en Página 12, el intelectual brasileño Emir Sader sostiene que "Como correlato al intento de proyectar a la Alianza del PacÃÂfico está el difÃÂcil intento –en que se esmera particularmente el diario español El PaÃÂs– de promover a México como lÃÂder de América latina. Pero en más de dos décadas de neoliberalismo, México ha visto aumentar la pobreza, la miseria, la desigualdad y la exclusión social. Asimismo, la diseminación del narcotráfico ha multiplicado cruelmente la violencia en varias provincias del paÃÂs. Para EE.UU., México es la referencia, porque es el paÃÂs que sigue de forma más estricta las orientaciones de FMI y del Banco Mundial".
Por Emir Sader
Hay un gran lobby mediático internacional –en que el grupo Prisa juega rol de motor– que, incomodado con el éxito de los gobiernos progresistas latinoamericanos y para defender los intereses de grandes corporaciones internacionales en la región, busca hacer de sus sueños realidad. La Alianza del PacÃÂfico serÃÂa el sector dinámico de América latina y, como corolario, México y no Brasil, serÃÂa el gran lÃÂder continental.
La Alianza del PacÃÂfico es la versión para el siglo XXI de otros proyectos fracasados de Estados Unidos para intentar extender a todo el continente un área de libre comercio. La primera versión fue el Nafta –Area de Libre Comercio de América del Norte–, firmado entre Estados Unidos, Canadá y México, en 1994, cuyos planes iniciales eran ir incorporando a paÃÂses del continente, conforme sus gobiernos correspondieran a las normas del Consenso de Washington.
Después de México, Chile se presentó como el próximo pretendiente a ingresar al Nafta. Pero en el mismo año de la firma del acuerdo –1994– México vivió una gran crisis, la primera crisis especÃÂficamente neoliberal en América latina, al mismo tiempo que el levantamiento de Chiapas alzaba su grito que llamaba a la resistencia al neoliberalismo.
EE.UU. tuvo que cambiar su estrategia. No habÃÂa cómo seguir invitando a paÃÂses latinoamericanos a seguir a México en su opción, cuando los primeros resultados ya habÃÂan sido negativos. Washington elaboró entonces otra versión: el Area de Libre Comercio de Américas, ALCA.
Aparentemente el camino estaba despejado para que EE.UU. consolidara su hegemonÃÂa económica hacia el conjunto del continente. Sin embargo, a la crisis mexicana –1994–, seguirÃÂa la brasileña –1999– y la argentina –2001/2001–, mientras se extendÃÂan las movilizaciones continentales en contra del ALCA.
En su fase final, Brasil y EE. UU. debÃÂan concluir los acuerdos y poner en práctica el ALCA. Pero el fracaso de los gobiernos neoliberales y el rechazo de los latinoamericanos, mediante la elección de gobiernos de resistencia al área de libre comercio, empezaba a extenderse. Brasil sucedió a Venezuela y el cambio de gobierno –de Cardoso a Lula, en 2003– representó un freno al ALCA, porque el nuevo gobierno brasileño se opuso a concluir esos acuerdos.
La multiplicación de gobiernos antineoliberales en la región en los años siguientes –en Argentina, Uruguay, Bolivia, Ecuador– constituyó un conjunto de gobiernos que, en lugar de firmar Tratados de Libre Comercio con los EE.UU., han privilegiado los procesos de integración regional –Mercosur, Unasur, Banco del Sur, Consejo Sudamericano de Defensa, ALBA, Celac, entre otros–.
Entonces EE.UU. cambió de estrategia y pasó a firmar acuerdos bilaterales con gobiernos de la región que han mantenido la opción por el libre comercio: Chile, Perú, Colombia, varios de Centroamérica y el Caribe.
Los paÃÂses con gobiernos posneoliberales se han consolidado con gran apoyo popular, eligiendo y reeligiendo a sus presidentes, ya a lo largo de más de diez años en algunos casos, por lo menos siete u ocho años en otros, proyectando liderazgos populares en la región y hacia el mundo, disminuyendo la desigualdad, la pobreza y la miseria. Mientras que los otros han perpetuado la concentración de renta, la exclusión social, con gobiernos que se alternan, sin lograr la estabilidad polÃÂtica, el desarrollo social y la proyección internacional de polÃÂticas externas soberanas.
La Alianza del PacÃÂfico es un nuevo intento norteamericano. Trajo a México de América del Norte y lo juntó con Colombia, Chile y Perú. No es un conjunto dinámico con prestigio y fuerza en la región, para empezar porque esos paÃÂses no tienen gobiernos estables, ni tampoco han logrado disminuir la desigualdades, la pobreza y la miseria.
Como correlato al intento de proyectar a la Alianza del PacÃÂfico está el difÃÂcil intento –en que se esmera particularmente El PaÃÂs– de promover a México como lÃÂder de América latina. Pero en más de dos décadas de neoliberalismo, México ha visto aumentar la pobreza, la miseria, la desigualdad y la exclusión social. Asimismo, la diseminación del narcotráfico ha multiplicado cruelmente la violencia en varias provincias del paÃÂs. Para EE.UU., México es la referencia, porque es el paÃÂs que sigue de forma más estricta las orientaciones de FMI y del Banco Mundial.
La Alianza del PacÃÂfico es una alternativa para que EE.UU. intente superar su aislamiento en el continente pero, de ninguna forma, es alternativa para los paÃÂses de la región que deseen superar las polÃÂticas exportadas por Washington, que efectos tan negativos ya han producido en Latinoamérica.